Nunca entendí mi obsesión por las iglesias grandes.Durante muchos años vagué de un lado a otro sin poder interpretar los tiempos y los designios de Dios para mi vida, todo eso hasta que comencé a notar que no era la cantidad de personas sentadas en los bancos de la iglesia, ni tampoco la cantidad de los que iban a orar los días de culto especiales (dado que en muchas ocasiones era el único rato de oración que "algunos" tenían en la semana).Lo que realmente me motivó era ver, que a pesar de no ser más de treinta o cuarenta personas, se podía hacer...