Campamento cristiano - 4 x 4 "A todo terreno"

campamento cristiano
 No importa el terreno por el que estés pasando! 
El Señor te Hace 4 x 4 a todo terreno para pasar las dificultades más grandes, esas montañas altas imposibles de atravesar, ese barro en el que te hundís cada vez más, ese terreno dfícil...
 El Señor te hace 4 x 4 para pasarlo !!!
 
Más sobre el evento

Postales cristianas

postales cristianas

Estas lindísimas imágenes las he tomado del perfil de Facebook de mi amigo David S. Arrighi

El 7 de Julio será conmemorado a partir de esta año el Día Internacional de la Música cristiana. Te puedes unir a la página oficial y apoyar de múltiples maneras. Una de las maneras en que puedes divulgar el evento y animar a otros a participar es regalando estas postales. Los usos son infinitos y serán de bendición para quien las reciba.

El pack contiene 18 postales diferentes muy monas listas para imprimir, enviar ppor correo electrónico, enlazar a algún sitio de música cristiana o compartir en facebook. Tú decides el uso.

descárgalas y que las disfrutes !!!

Sin nada más que Dios

Lectura: 2 Crónicas 20:3-17

Domingo 24 de Junio


ddevocionales www.cristoyarte.blogspot.com
Un sabio maestro bíblico dijo una vez: "Tarde o temprano Dios colocará a personas autosuficientes en una posición donde no les quede otro recurso sino El - sin fuerzas, sin respuestas, sin nada más que él. Sin la ayuda de Dios se hunden".

Luego contó acerca de un hombre desesperado que le confesó a su pastor : "Mi vida está yendo realmente mal". "¿Cómo de mal?" inquirió el pastor. Enterrando la cabeza entre sus manos, ginió: "Le diré cómo de mal; Dios es todo lo que me queda". El rostro del pastor se iluminó: "¡Me alegra de poder darle la tranquilidad y la seguridad de que una persona a la que no le queda más que Dios tiene más que suficiente para alcanzar la mayor victoria!"

En la lectura bíblica de hoy, el pueblo de Judá también estaba en problemas. Admitió su falta de poder y sabiduría para conquistar a sus enemigos. ¡Dios era todo lo que les quedaba! Pero el rey Josafat y el pueblo vieron esto como un motivo de esperanza y no de desesperación. "A tí volvemos nuestros ojos", le declararon a Dios (2 Cro 20:12). Y su esperanza no quedó decepcionada cuando El cumplió su promesa: "No es vuestra la guerra, sino de Dios" (v. 15).

¿Te encuentras en una posición donde toda la autosuficiencia ha desaparecido? Al volver tus ojos al Señor y poner tu esperanza en El, tienes la tranquilizadora promesa de Dios de que no necesitas nada más.

Cuando Dios es todo lo que tienes, tienes todo lo que necesitas.

- JAY
Fuente: Nuestro pan diario - 06/04/09

Las arenas del alma - Cap.2


Un almuerzo divino

Aunque me empeñe en negarlo, me gustan las sorpresas. O mejor dicho, no me gusta tanto recibirlas como darlas. Si tuviese que retratar un solo instante en la vida de mis hijos, prefiero una postal del momento exacto en que reciben un regalo sorpresa.
Ellos saben desde muy pequeños que están obligadlos a compartir a su papá con las giras al exterior y el ministerio en general. Supongo que algunos niños coinciden que su padre sea fotógrafo, bombero, albañil o arquitecto y aprenden a convivir con el oficio de su progenitor. Nuestro hijo menor, Kevin, de apenas cuatro años, señala los aviones que pasan sobrevolando y afirma que allí está su papá.
Todavía no tiene bien claro si su papá es conferencista o piloto. Pero está seguro de que su padre pasa mucho tiempo en esos inmensos aviones.
Lo mismo le sucede a Brian, de diez años. Cuando lo llevo a la cama suele preguntarme si viajaré mañana o estaré en casa el próximo fin de semana.
Pero ellos tienen su recompensa. Es nuestro pequeño trato.
Si se portan bien y obedecen a su madre durante mi ausencia, tendrán una grata sorpresa. Es decir, es como una «sorpresa»arreglada. Una suerte de regalo pautado.
Es algo curioso, ellos esperan ser sorprendidos. Saben que papá traerá algo en la maleta al regreso de algún país remoto.
Kevin suele arrojarse a mi cuello, y antes de decirme «hola», lanza la tan temida y esperada frase: — ~Me trajiste un juguete?
Y allí viene lo mejor. Ellos no quieren oír explicaciones logísticas como por ejemplo que no había jugueterías abiertas en México a las seis de la mañana, cuando mi avión hizo escala. Tampoco que mis anfitriones me hicieron predicar en seis conferencias diarias, y el poco tiempo libre lo aproveché para desmayarme de cansancio en el hotel. No señor. Un trato es un trato.
Ellos se portaron bien (bueno, es una manera de decir, aún falta la opinión de la madre) y ahora esperan ser sorprendidos. No se aceptan excusas. Es una cuestión de honor. ¿Crees que es una tarea sencilla? Te equivocas. Déjame darte un panorama mas ampliado.
Veamos. No puedes ausentarte de tu casa y aparecerte con un autito del tamaño de una golosina esperando que se sorprendan. Tampoco se te ocurra traer algo que funcione a control remoto y olvidarte las baterías (eso sería catastrófico, se de lo que te hablo). Mucho menos imagines que se conformarán con los típicos regalos que suelen comprar las madres, «sé que no es un juguete, hijo, pero te será muy útil». No señor, si quieres una gran sorpresa olvida los calzoncillos, las medias (aunque estén estampadas con el hombre araña) y los libros didácticos. Se supone que si te vas a subir a un avión es porque regresarás casa con algo divertido, y que además, obviamente, quepa en tu maleta, sin tener que abandonar la mitad de tu ropa en alguna habitación de hotel por falta de espacio.
Así que ya sabes, si algún día piensas invitarme a tu ciudad, no olvides que es condición determinante asegurarte de que haya una juguetería cerca. De otro ánodo, cancela la cruzada, el congreso o lo que sea. Como te dije, un trato es un trato.
No puedo regresar con las manos vacías y solas decirles que se convirtieron treinta mil almas para el Señor. Ellos quieren algo más.
Pero lo mejor no es el regalo. Lo realmente asombroso viene luego del abrazo. Esa es la postal a la que irte refiero. Pagarías una fortuna por ver la cara de mis niños dando de la maleta mágica de papá aparece la famosa sorpresa. Es un instante apenas, pero suficiente para pagarme el esfuerzo de haber buscado una juguetería en todo Almolonga o BurkinaFasso. Quizás, luego de media hora (y en el caso del más pequeño después de apenas cinco minutos), olviden en un rincón de la casa lo que acabo de traer. Pero valió la pena por ese solo instante en que sus rostros cambiaron por completo.

SORPRESAS ESPERADAS

Abraham, sin saberlo, también está esperando su sorpresa. Después de todo, no han pasado muchos años desde que
 Recibió una promesa. Y ahora sin sospecharlo aun, su Padre está de regreso, y almuerza con él debajo de un frondoso árbol.
Me gusta la idea de que Abraham no haya provocado el encuentro. Me fascina el saber que fue exactamente al revés.
Toda mi vida he crecido con la idea de que es uno quien debe buscar a Dios, pero nunca me habían dicho que también es Dios quien busca al hombre. Paseándose en el huerto del Edén. Sorprendiendo a un Moisés dubitativo tras una zarza. Apareciendo en el medio del camino a Saulo de Tarso. O en un improvisado almuerzo campestre.

—Hmmm, delicioso —dice el extraño mientras saborea una costilla de carne asada. 

—De igual modo, admiro la mano que tiene Sara para cocinar esos panecillos que disfrutamos como primer plato —comenta el comensal más alto

— A propósito, adónde se metió Sara?

Siempre quise saber qué cara puso Abraham cuando oyó la pregunta. En primer lugar, él todavía no la había presentado; en segundo lugar, cómo supo que su esposa se llamaba Sara?
Puedo imaginarme el rostro del patriarca anfitrión. Tuvo que haber sido similar al de mis niños, en el momento exacto en queme ven desempacar las maletas.
Saben que algo viene conmigo. Si papá pregunta ,cómo se portaron los niños?» es porque oculta algo debajo de la manga. 

— Supongo que... en la tienda. Eso es, en la tienda —responde.

El hombre termina de masticar, limpia las comisuras de sus labios con una servilleta y sencillamente, desempaca el regalo. La sorpresa esperada. 

— Sara tendrá un hijo —dice.

Un momento. Este no es un tema para tratar en un almuerzo con desconocidos. Después de todo, se trata de la intimidad de una familia. Me pregunto si fue en ese momento que
Abraham se dio cuenta de que Dios había salido a su encuentro. Me pregunto si fue exactamente allí cuando se percató de que el Creador del universo, aquel que acomodó el cosmos en su lugar, estaba frente a él, saboreando su carnero asado. Abraham contempla su regalo como un niño que, al estar tan sorprendido, olvida ser cortés y agradecido. Algo no está funcionando bien aquí, estos extraños no están de paso por la tienda de los viejos ancianos sin hijos. Dios estaba sencilla-mente dándole una sorpresa. Hace poco, estaba tratando de contestar unas cartas a través del correo electrónico. Tengo un tipo de búnker en lo alto de la casa, donde puedo alejarme a escribir, meditar o preparar un mensaje.
Dios sabe que no estaba pensando en nada netamente espiritual. Tampoco se trataba de algo carnal, pero me refiero a que no estaba escribiendo algo que tuviera que ver con el ministerio que me obligara a meditar en algo divino. Sencillamente estaba ultimando detalles a través del e-mail con Pablo, mi asistente, relacionados con una frecuencia de vuelo de un próximo viaje.
Y fue entonces cuando sentí que alguien había invadido la oficina. No hablo de algo místico, pero sospechaba que tal vez uno de mis hijos se había escondido bajo el escritorio o detrás de un sillón.
Seguí escribiendo, pensando que quien estuviese allí, tarde o temprano iba a tener que dar la cara, pero reconozco que había logrado intranquilizarme.
Habían transcurrido unos pocos minutos cuando algo me abrazó literalmente. No fue alguien, fue «algo». Comencé a llorar como hacía años no lo hacía, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo de pies a cabeza. Alguien estaba abrazándome por la espalda, sin que lo estuviese esperando. Dios estaba dándome una sorpresa.

Estás pensando lo mismo que yo?¿Lo imaginé?

La religión organizada no nos preparó para esto. Aquel abrazo duró solo unos instantes, pero alcanzó para dejarme postrado en el suelo, llorando de emoción y con sentimientos encontrados.
A mí, como a ti, me dijeron que Dios solo aparece cuando alguien lo busca insistentemente. Que alguien debe hincar las rodillas, y si comienza a sentir dolor, debe permanecer aún más tiempo, pues seguramente eso conmoverá al Padre.
Me enseñaron que uno es el buscador, siempre. Y Dios es el eterno buscado. Olvidaron mencionar que Él puede sorprenderte invitándose a un almuerzo contigo.

Cuando los «aunque sea» reemplazan lo mejor
Sara estalla de la risa.
Préstame atención. No se sonrió femeninamente. No hizo un gesto amable con su boca ni dejó oír una ahogada risita.
Sara irrumpió con una carcajada. La fuente que llevaba en su mano con algo de fruta v unos dulces para el café se deslizó entre sus dedos y se hizo añicos contra el suelo de la tienda. No la culpes. Es que ella es una señora mayor.
Los invitados tienen suerte de que no se haya ofendido y solo haya soltado una risotada. Si querían quedar bien por la comida que habían recibido, hubiese bastado con un honesto «gracias». O con una bendición para el hogar. Pero en esta casa, y a esta edad, no se habla de embarazos e hijos. Estimado visitante extraño, apenas estamos superan-do el trauma como para que usted venga a abrir viejas heridas. No sele hace un chiste así a dos pobres jubilados de los sueños. Pero el hombre ya no es un extraño para el profeta. Es el mismo Dios que mantuvo el trato del regalo prometido. 

—Por qué se ha reído Sara pensando que está muy vieja para recibir un regalo prometido? ¿Acaso hay alguna cosa difícil para Dios? —dice.

El Creador no estaba usando la ironía aunque lo parezca. De verdad quiere saber si ellos creen en el Dios de los imposibles. Veamos. El Señor te dice que te casarás, pero que debes esperar el tiempo correcto. Lo aceptas gustoso, pero conforme va pasando el tiempo, comienzas a impacientarte y cambias tus
expectativas. 

—Bueno, si no vas a darme la esposa soñada, aunque sea dame alguien que me ame. 

—No es el empleo que te estoy pidiendo, pero aunque sea dame algo para subsistir. 

—Si no vas a usarme para un gran ministerio, aunque sea que pueda servirte en algo pequeño.

Es un cóctel de conformismo y ansiedad que llega a nuestras vidas con el rótulo de los «aunque sea». Creemos que si le damos a Dios la opción de un plan «B», Él nos dirá: 

—Bueno, ya que te conformas con algo menor a lo que pediste, eso agiliza las cosas. Tengo muchos «aunque sea» almacenados para ti.

Obsérvalos caminar por la vida. Detente un momento y podrás verlos en tu ciudad, en las oficinas, en las grandes y pequeñas congregaciones. Son aquellas personas que razonaron que un plan «B» era mejor que nada o que seguir esperando.
Matrimonios que dejaron de atraerse y amarse luego de una semana de casados, porque pensaron que aunque no eran el uno para el otro al menos ya no estarían tan solos.
 Líderes que intentan llevar adelante algo que nadie les encomendó, porque supusieron que era mejor que morir esperando en la banca de una iglesia.
Hombres y mujeres con deudas enormes, contraídas justamente porque no podían esperar el gran negocio que vendría más adelante.

Lo inmediato suplantando lo prometido. Lo urgente tomando el lugar de lo importante. Me imagino lo que me sucedería si algún día, al regresar a casa luego de un viaje, mis niños me dijeran: 

—Mira papá, esta es la situación. Entendemos que nos prometiste un regalo, pero como te tardabas más de la cuenta, supusimos que no nos comprarías nada, así que fuimos por nuestra cuenta a la juguetería y nos auto regalamos una sorpresa. No tienes por qué molestarte en cumplir tu promesa. Como verás, nos arreglamos bien sin ti.

Abraham ya había pasado por eso. Hace unos años atrás le llevó el planteamiento a Dios de algo menor a lo prometido. El«aunque sea» del profeta era el hijo concebido con una esclava. No era lo imaginado, pero llenaba el hueco de una promesa que tardaba en cumplirse.
Pensamos que tal vez Dios no es tan poderoso para darnos el oro, y entonces, razonamos que el bronce no es tan malo después de todo. Por eso, la pregunta insistente. 

—Acaso hay alguna cosa difícil para Dios?

El Señor no espera la respuesta. Solo sigue afirmando que Sara se rió a carcajadas, aunque ella se empeñe en desmentirlo. Uno de los visitantes, posiblemente un ángel, sonríe al escuchar el alegato de la dama. 

—No... No me reído. Tiene que haberles parecido.

Solucionado el pequeño inconveniente que le ha quitado el sueño durante años a esta pareja de ancianos,
Dios se aleja con Abraham y lo lleva caminar.
Ahora comienza la reunión de la junta. Se trata de algo más que una caminata digestiva y una charla entre varones, el Creador y su creación tienen que hablar de asuntos importantes. De los temas que competen al Reino.

¡Ah! Y perdona a Sara por reírse y por mentir. Es que uno no recibe a almorzar todos los días a Dios y sus escoltas, y mucho menos sin anunciarse.

Lecturas bíblicas del mes de Junio

Libro de los Salmos


DÍA 1 Salmo 22 Salmo 23 Salmo 24
DÍA 2 Salmo 25 Salmo 26 Salmo 27
DÍA 3 Salmo 28 Salmo 29 Salmo 30
DÍA 4 Salmo 31 Salmo 32 Salmo 33
DÍA 5 Salmo 34 Salmo 35 Salmo 36
DÍA 6 Salmo 37 Salmo 38 Salmo 39
DÍA 7 Salmo 40 Salmo 41 Salmo 42
DÍA 8 Salmo 43 Salmo 44 Salmo 45
DÍA 9 Salmo 46 Salmo 47 Salmo 48
DÍA 10 Salmo 49 Salmo 50 Salmo 51
DÍA 11 Salmo 52 Salmo 53 Salmo 54
DÍA 12 Salmo 55 Salmo 56 Salmo 57
DÍA 13 Salmo 58 Salmo 59 Salmo 60
DÍA 14 Salmo 61 Salmo 62 Salmo 63
DÍA 15 Salmo 64 Salmo 65 Salmo 66
DÍA 16 Salmo 67 Salmo 68 Salmo 69
DÍA 17 Salmo 70 Salmo 71 Salmo 72
DÍA 18 Salmo 73 Salmo 74 Salmo 75
DÍA 19 Salmo 76 Salmo 77 Salmo 78
DÍA 20 Salmo 79 Salmo 80 Salmo 81
DÍA 21 Salmo 82 Salmo 83 Salmo 84
DÍA 22 Salmo 85 Salmo 86 Salmo 87
DÍA 23 Salmo 88 Salmo 89 Salmo 90
DÍA 24 Salmo 91 Salmo 92 Salmo 93
DÍA 25 Salmo 94 Salmo 95 Salmo 96
DÍA 26 Salmo 97 Salmo 98 Salmo 99
DÍA 27 Salmo 100 Salmo 101 Salmo 102
DÍA 28 Salmo 103 Salmo 104 Salmo 105
DÍA 29 Salmo 106 Salmo 107 Salmo 108
DÍA 30 Salmo 109 Salmo 110 Salmo 111


La medida de la misericordia

Lectura: Filipenses 2:5-11

Domingo 17 de Junio


devocionales www.cristoyarte.blospot.com
¿Cuál es la distancia desde el trono de esplendor de Dios hasta el abismo de la Cruz del Calvario? ¿Cuál es la medida de amor del Salvador por nosotros? En la carta de Pablo a los filipenses, el apóstol describió el descenso de Jesús desde las alturas de la gloria hasta las prfundidades de la vergüenza y la agoía y Su ascenso de regreso (2:5-11).

Cristo es el Creador eterno y Señor de todo lo que existió, existe y existirá, y exaltado infinitamente sobre lo viciado y lo podrido del mundo. Ël es la fuente de vida, con millares de ángeles que cantan Sus alabanzas y hacen Su voluntad. Y, sin embargo, motivado por su amor hacia nuestra raza humana perdida, "se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz"(v.8). Vino a nuestro planeta, nació en un establo que era una cueva llena de hedores e inmundicia y le colocaron como un indefenso bebé en un pesebre.

Cuando se hizo hombre, soportó no tener un lugar para vivir (Mateo 8:20). Sediento, le pidió agua a una adúltera (Juan 4:7-9). Agotado, se quedó dormido en una barca en medio de un mar agitado por la tormenta (Marcos 4:37-38). Sin tener pecado alguno, las multitudes le adoraron un día (Mateo 21:9) y luego le condenaron como un criminal y murió en una cruz romana sufriendo de manera atroz.

¡Esa es la distancia desde el trono de Dios hasta el Calvario! ¡Esa es la medida de Su misericordia y gracia!

Dios irrumpió en la historia humana para ofrecernos el regalo eterno de la salvación

- VCG
Fuente: Nuestro pan diario 5/04/09


Cristo es la Respuesta: 2º Congreso de mujeres Las Rosas

Les recomiendo leer esta entrada, especialmente a todas las mujeres de la zona de la provincia de Santa Fe.
No se pierdan este congreso que va a estar muy bueno.

Este blog es nuevo, recien ha sido dado de alta el día de hoy. Ya lo estaremos actualizando. Pertenece al Movimiento Cristiano y Misioner, Iglesia Cristo es la Respuesta de la ciudad de Las Rosas.

Sería interesante que pudiesen entrar y dejar sus comentarios o mensajes de apoyo, así como también les recomiendo hacerse seguidores, ya que muy pronto estará trayendo muchas novedades.

Clik en el enlace para leer la info.

Mujeres Con Proposito

Cristo es la Respuesta: 2º Congreso de mujeres Las Rosas: Mujeres con propósito "Generadoras de Cambio" Las Iglesias Unidas de la ciudad de Las Rosas invitan a todas las mujeres hermana...


Las arenas del alma - Cap. 1 (parte 2)

Por Dante Gebel
Segunda  parte

Invitado a una reunión de la UNTA

El viejo patriarca también tuvo su momento en el que alguien logró verlo por primera vez.

Abraham no había tenido lo que llamaríamos un buen día. Se trataba de una de esas jornadas de insoportable calor, el aire acondicionado no funcionaba y ya no había bebidas frías en la nevera. El sudor se deslizaba por la frente, produciendo surcos de agua tibia y salada que desembocaban en el cuello humedecido del dueño de la casa. Como si todo esto no fuese suficiente, las moscas terminaban por completar el molesto y caluroso cuadro.

Las arenas del almaHace mucho tiempo, unos veinticinco años para ser exactos, que nadie se había detenido a observar a este hombre. O por lo menos, quien debería haberlo hecho. El mediodía golpea monótono en la aburrida mañana del domingo. De pronto, tres figuras se recortan en el horizonte. Aparente-mente, tres hombres llegan para romper la gris monotonía de un día pesado y denso. Abraham sabe que algo va a suceder, aunque no sabe exactamente qué. Es que nadie visitaría su tienda en un día así.

Cuando uno ha esperado tanto tiempo una noticia, cuando llega, simplemente la ignora, porque no cree que pueda estar sucediendo. Es increíble notar cómo paulatinamente las promesas diferidas logran quitar la adrenalina que se produce ante lo nuevo. Indudablemente son forasteros. Y aunque vienen caminando por el febril desierto, de algún modo, lucen imponentes. El patriarca ahora tiene una razón para ponerse en pie. Tres desconocidos no pasan todos los días por la puerta de su tienda. El hombre del medio es el más llamativo, digamos que es más alto que los otros dos, y sus facciones parecen marcadas a fuego. Rasgos extraños, pero que logran transmitir cierta seguridad. Los otros dos acompañantes solo sonríen amablemente mientras se acercan a la tienda.

— ¡No es necesario que sigan caminando! — dice el anfitrión levantando la mano— No puede ser casualidad que hayan pasado por mi casa. Hay otros cientos de atajos para ir a dondequiera que vayan, y si pasaron por aquí, merecen ser bien atendidos.

No, querido patriarca, nunca es casualidad cuando pasan por tu puerta.

Abraham se inclina y extiende sus manos en la tierra. Quizás hoy pueda ser un día distinto, tal vez, el día no termine como comenzó. Es increíble lo que logra una visita inesperada y fuera de pro-grama en un domingo aburrido. Decenas de siervos corren de un sitio a otro para atender a los ocasionales visitantes. Alguien trae unos confortables y mullidos sillones, y les ruegan que tomen asiento. Después de todo, el desierto no es un buen lugar para caminar, vengan de donde vengan, esta gente necesita sentarse un rato. Otros dos criados les quitan las sandalias y les lavan los pies.

— Nada mejor que el agua fresca escurriéndose éntrelos dedos cansados y polvorientos.

¿Te han llegado visitas inesperadas alguna vez? Detente a observar el cuadro tragicómico de la situación.

 —Tenías que haberme avisado que esperabas gente — diceSara.

—No esperaba gente, simplemente aparecieron — explica su esposo mientras guarda el periódico deshojado de la mañana yace lugar en la mesa familiar. Qué quieres decir con que «aparecieron»?

—Las visitas no aparecen. No tenía nada preparado para el almuerzo, solo iba a improvisar unos sándwiches para nosotros. 

—Princesa, prepararemos algo, lo que sea.

—Tampoco tengo vajilla decente. Mira. No podemos servirles algo de beber en vasos de diferente color y tamaño.

—Estoy seguro de que no lo notarán. Solo pasaban por aquí. Comerán algo rápido y se irán por donde vinieron.

—No podemos ofrecerles solamente «algo rápido». Si invitas alguien a almorzar, no puedes ofrecerle «comida chatarra».Abraham sabe que su esposa tiene razón. Pero tampoco se puede desperdiciar la visita de los forasteros. Hace mucho tiempo que nada sucede por allí, y hoy puede ser la excepción ala regla.
—Le diré a los criados que asen un becerro, mientras tanto, puedes preparar algunos panecillos para «engañar» al estómago hasta que esté listo el asado.

El patriarca está expectante al igual que los visitantes. Ahora quiero que observes la historia del otro lado. Hace unos días, hubo reunión de junta Directiva en los Cielos. Una de esas reuniones a puertas cerradas donde solo se tratan temas de vital importancia para la humanidad. Luego de ex-tensos minutos de un diálogo tenso, Dios ha decidido que a causa del pecado extremo de Sodoma y Gomorra, ambas ciudades merecen ser destruidas. Se ha proclamado alerta roja en las esferas del cosmos. Pero el Creador menciona una frase que aún replica en la cumbre celestial.

—No puedo hacerlo sin decírselo antes a Abraham.

¿Te parece extraño? A mí también.
¿Te suena ilógico? Estaba seguro que responderías eso.

Dios puede hacer lo que le plazca sin consultarle a nadie. Y mucho menos a un sencillo mortal. Pero Dios insiste en que no puede hacerlo, o por lo menos no quiere, encubriéndole el plan a Abraham. El Omnipotente toma como una deslealtad hacer lo que dispuso sin por lo menos comunicarle antes la decisión a su amigo.

Oíste eso?

A su amigo.

No continúes leyendo sin hacer una pausa. Tómate unos minutos para digerir lo que acabo de decirte.
No se trata de Dios consultándole a su Unigénito Hijo, no en esta ocasión.
Tampoco considera platicar el tema con los ángeles.
O pedirle una opinión alternativa a un asesor de logística celestial. Dios quiere consultar el tema con un mortal. Lo Divino estrechando opiniones con un diminuto hombre. El Creador tratando un tema coyuntural con su propia creación. La naturaleza de Dios hace que no pueda pasar por alto la maldad de dos ciudades que han cometido inmoralidad e injusticia. El puede sencillamente bajar su 'pulgar y pulverizarlos, y nadie, absolutamente nadie, se atrevería a reprocharle nada. Pero Él insiste en dialogar sobre el tema con el patriarca, en intercambiar opiniones. Cuanto más me detengo a observar esta situación, más reconfirma que quienes suelen orar anteponiendo a cada ruego la frase «pero que sea tu voluntad», en ocasiones no hacen otra cosa que disfrazar de reverencia su pereza. Entiendo que la voluntad de Dios precede a cualquier decisión que podamos tomar y comprendo que el futuro humano no es algo que se escapa de las manos de Dios. Pero se nos olvida el detalle de que cuando accedemos al lugar de amigos del Todopoderoso, Él quiere que sencillamente nos involucremos en los grandes asuntos del Reino. Si Dios te consulta con respecto a tu ciudad, es porque quiere que formes parte de la decisión. Supón que trabajas como operario de una gran empresa automotriz. Lo único que se te ha pedido hasta ahora es que llegues a tiempo, marques tu tarjeta de puntualidad y ensambles las partes de la carrocería de los automóviles. No estás al tanto de los costos operativos de la empresa, ni del gasto que ocasionan los empleados, ni de las cargas sociales, ni del mercadeo o la cotización de la fábrica en la bolsa de valores. Tu única obligación es ensamblar las partes del automotor como te ex-plica-ron que debías hacerlo. Eres, con el mayor respeto que mereces, lisa y llanamente un empleado. Pero un lunes por la mañana sucede algo diferente. Cuando llegas al vestidor para alistarte e ir a tu puesto de trabajo, un capataz te dice que el Gerente General y los dueños de la empresa quieren verte.

—Esto no puede estar ocurriendo —piensas.

Incluso si quisieran despedirte, lo haría tu supervisor, sin demasiadas explicaciones. Esto debe tratarse de algo mayor. Llegas al último piso del edificio y la secretaria ejecutiva dice que te están esperando.

Te anuncia y te sientas en la mesa directiva de la corporación.

El dueño, los socios principales y los gerentes quieren saber tu opinión con respecto a la injerencia de la empresa en nuevos mercados. Han llegado a la decisión de comercializar nuevas franquicias en Asia y dejar de producir automóviles en el mercado occidental, para dar paso así a una nueva rama de producción de un nuevo producto que revolucionará los grandes negocios.

No esperan que te excuses diciendo que solo eres un empleado, ya lo saben. Tampoco quieren una gran exposición empresarial, no sabrías como expresarla, y ellos están conscientes de eso.

No quieren una estadística acerca de la fluctuación del macro mercado de automotores, porque ellos, como tú, saben que no tienes la menor idea de lo que te estoy hablando.

Sencillamente, y por alguna alocada y extraña razón, necesitan tu opinión de amigo. De alguien que ha trabajado como operario de esta empresa por muchos años. La simple opinión de quien ha respirado los aromas de la factoría de automóviles cada mes, de lunes a sábado, con quince días de vacaciones al año.

No continuarán con el resto del temario de la mesa directiva sin consultar este asunto contigo. No redactarán el acta final hasta que digas lo tuyo. El gran empresario quiere saber qué opina el operario. El jefe quiere intercambiar opiniones con su empleado. No quiere una tesis inteligente, solo tú sencilla y llana opinión. No sé qué estás pensando, pero estamos de acuerdo en que nadie te lo creerá en casa. Ahora vamos a sincerarnos un poco más. Prometo que esto quedará entre nosotros y no saldrá de aquí.

Trabajas hace diez años en esta firma y desde hace ocho que no te aumentan el salario. Estuve allí la primera vez que te llenaste de coraje y fuiste a ver al gerente financiero para solicitarle un aumento. No pediste demasiado, solo lo que creías correcto y justo. ¿Y qué te dijeron?

—Tiene que esperar, en este momento la empresa no está en condiciones de hacer un gasto extra. Le creíste y comenzaste a esperar.

Por lo menos fue sincero conmigo —le dijiste a tu esposa.

Sin embargo, los meses fueron pasando y no hubo novedades. Ni siquiera te llamaron para darte una explicación. Es más, algunos de los otros empleados parece que tuvieron más suerte que tú. Pero tu salario quedó congelado. También fui testigo de aquella vez que regresaste ante el ge-rente y le planteaste que tu salario no alcanzaba para pagar la cuota del colegio de los niños, los letales impuestos y lo básico para subsistir.

¿Recuerdas lo que volvió a decirte?

—Que tenía que seguir esperando —me dices.

Ni siquiera se conmovió cuando le mencionaste que tuviste que cancelar todas las tarjetas de crédito y que ya no podías mantener el pequeño automóvil.

—Pero las cosas no están como para renunciar y quedarse sin empleo —razonaste.

Vienes soportando ocho años de promesas diferidas. De cheques post datados. Das lo mejor de ti, sin embargo, por alguna razón, ignoran tus necesidades básicas. Te entiendo: no estás pidiendo que te regalen un automóvil o formar parte de una sociedad, solo quieres un aumento digno que te permita llevar a los niños el fin de semana al cine sin tener que contar las monedas que te quedan. Y ahora, de repente, te llaman a una reunión de la junta porque quieren saber tu opinión con respecto a la expansión de la empresa. Si se trata de una broma, es de muy mal gusto.

¿Cómo hablar de la bolsa de valores o de faraónicas franquicias cuando pasas necesidades por el paupérrimo salario que llevas cada mes a casa? ¿ Cómo es que te piden que te concentres engrandes planes cuando no puedes solucionar los pequeños escollos de tu propia vida?

Tu mente no está libre y despejada como para sentarte a tratar temas importantes. No puedes pedirle a un mortal que ofrezca una tesis acerca de la fabricación del pan cuando no ha comido en meses.
Por eso, tu jefe hace una pausa. Le ordena al resto de su junta que se retire y se quedan a solas. Él sabe que tienes una crisis, porque ya se lo han dicho tus ojos. No fuiste impertinente o descortés.
Trataste de ser amable, pero el dueño de la empresa no llegó a donde está porque desconoce la gente. Él vio a través de tus ojos.
Escarbó hasta el alma. Se percató de que estás en crisis.
El jefe se detuvo a observarte más allá del punto fijo. Y sabe que no podrás involucrarte en los grandes temas hasta tanto soluciones la molestia de la arena en tu zapato.

Él sabe que no podrá contar con el cien por ciento de tu atención hasta que no tengas todas tus cosas personales en orden.
El dueño de la gran empresa se recuesta sobre su inmenso sillón, vuelve a observar a través de tus ojos y dice:

—De acuerdo. Solucionemos su problema primero. Iré a almorzar a su casa, y podrá contarme qué lo agobia y qué puedo hacer para ayudarle.

Dios necesita contarle a su amigo acerca de los planes sobre Sodoma. Quiere hacerle un lugar en los grandes temas del Reino, pero sabe que Abraham espera un aumento de salario en su vida.

El patriarca quiere un hijo. Un hijo que le prometieron y que espera cada día, cada amanecer de su vida, desde hace años.

Y Dios, estimado amigo, no es un señor feudal egoísta que querrá que le sirvas ignorando que te faltan algunos detalles para ser feliz.

Dios no te enviará a la mies sabiendo que hace años esperas que ese hijo salga de las drogas.

Que ese esposo vuelva a sentir aquel amor del pasado.

Que consigas el empleo soñado.

Que otra vez seas correspondido en el amor.

Que tu padre vuelva a confiar en ti.

Que esa intrusa enfermedad deje de ocupar una silla en la mesa familiar.

En la Gran Empresa del Señor, todos deben involucrarse en los asuntos del Reino, una vez que quiten la arena de sus zapatos.
Y de ser necesario, un mediodía de verano, en un aburrido domingo, quizás Dios tenga que aparecer en el horizonte de tu alma y venir a almorzar a tu casa, sin que siquiera lo hayas invitado.

Es que también para ti llegará el momento en el que alguien logrará verte por primera vez.


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